martes, 1 de agosto de 2017

Niños felices en ambientes de paz




" Cuando se tiene un hijo,
  se tiene al hijo de la casa y al de la calle entera..."

( " Los hijos infinitos ", de Andrés Eloy Blanco ) 


  Vivir en paz siempre ha sido uno de los ideales más anhelados del hombre. Ese estado de sosiego dentro de una sociedad articulada en la cual el diálogo contribuya a generar espacios de tolerancia y convivencia, constituye un principio insoslayable en toda nación que desea ver crecer sus niños felices en ambientes llenos de armonía.

 Siendo la niñez prioridad absoluta de la familia, debemos contribuir a fomentar sus Derechos Humanos como cultura; a considerar la calma colectiva un valor dominante de nuestra idiosincrasia; y a vernos a nosotros mismos como seres naturalmente pacifistas en esencia.

  Cuando un país logra ese clima social organizando sus propios procesos procreadores de tranquilidad, pensando prioritariamente en sus niños, permite demostrarse a sí mismo su mayor alcance humano a fin de preservar lo más preciado, que es su paz, principal herencia cultural destinada a sus hijos, especialmente en los territorios energéticos al ser zonas geográficas de alto riesgo las cuales requieren de un comportamiento generalizado condicionado a su protección y seguridad, vale decir, las regiones petroleras, gasíferas, petroquímicas, hidrológicas, eléctricas y metalmecánicas. La ciudadanía nativa la cual conforma esos lugares, consciente de su corresponsabilidad para con la quietud de su hábitat, procura preservar la concordia y la no perturbación, siempre con el corazón puesto en la niñez.

   Todo el apoyo a los niños

  La Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes LOPNA (*) fue creada en Venezuela con el objetivo de institucionalizar sus derechos, garantizándoles por medio de este importante recurso legal todo el apoyo del Estado.

  En ella se establece que los niños, niñas y adolescentes son sujetos de derecho por quienes el Estado, la familia y la sociedad deben cooperar a fin de que puedan coexistir y desarrollarse en armonía; disfrutar de espacios públicos y comunitarios construidos para su bienestar, caracterizados por la no violencia; la producción de medios de expresión y comunicación que promuevan los valores humanos de la paz, la tolerancia, la vida, el respeto y la habitabilidad mediante programas sociales creados a objeto de fortalecer la fraternidad, la solidaridad al igual que la conservación del ambiente.

  No cabe duda de que somos los llamados a valorar la paz social, genuina ofrenda de amor para nuestros niños. De esa forma les expresamos que son lo más sagrado para nosotros y por eso siempre estará primero su innegable derecho a la paz, a vivir sin violencia.

Duinka Leal


__________

(*) Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes. G.O. (5.859 Extraordinaria) 10 de diciembre del año 2007. Caracas, República Bolivariana de Venezuela.