jueves, 1 de noviembre de 2018

Fundamentos de la ética personal












" No hay nada más sublime en la vida que dar, y cuánto más das, más recibes, y esa es la felicidad que uno tiene, con la que cuenta, y es mucha. Ahí reside el auténtico sentido, todo el sentido."

Maestro José Antonio Abreu


   En el cultivo de nuestro crecimiento interior, los seres humanos construimos nuestro propio orden interno tan necesario de crear, para ante todo preservar la integridad individual, en tiempos definidos por sus grandes complejidades.

   La ética personal constituye, con toda certeza, el principal cimiento de nuestro carácter, la cual al robustecerla, nos permite orientar y reorientar nuestras experiencias, eligiendo la postura más propicia a decidir, especialmente en circunstancias que demanden nuestra atención. También nos nutre el ser interno ya que nos dirige los procesos reflexivos, afirmando principios y valores esenciales en la vida. Consideremos un poco sus fundamentos:

   - Autoconciencia o conciencia de sí mismo: Significa asumirse como un ser humano consciente, hijo,a de un Creador de amor quien lo ha dotado de inteligencia para formarse criterios y dirigir su accionar, con el fin de dar respuesta a sus necesidades espirituales y materiales. Igualmente representa ser consciente de sí, valorarse como factor pensante, respetarse desde lo más profundo que hay en uno que es lo hondo del alma. No existe un carácter ético desde la inconsciencia porque todo proceder ajustado a la ética proviene de lo intrínseco. Es algo autodirigido, cada persona interioriza y crea su concepción ética. Por eso todo lo que emerge de nosotros, nuestros pensamientos, sueños y expresiones hablan de lo que llevamos por dentro, al ser una proyección de nuestro espíritu. De allí la importancia de estar primero conscientemente en paz consigo mismo, como punto de partida de su ética.

   - Valores subyacentes en la intencionalidad: Otro aspecto primordial en la conformación de la ética personal son los principios implícitos en nuestros propósitos. Deben ser los que más contribuyan con nuestra realización, lo más humano y benéfico tanto para con nosotros como para los demás. La persona ética nunca es malintencionada, siempre procura lo bueno, lo beneficioso, aquello que aporta algo moralmente satisfactorio para la sociedad, desde luego que incrementando las nobles acciones se da más vida al altruismo. Asimismo sabe reconocer la ausencia de valores en una determinada situación, empero eso no lo debilita, por el contrario lo convierte en un aliciente coadyuvante para su reafirmación.

   - Carácter compatible con lo virtuoso: Las virtudes son las acciones prácticas que ejecutamos con el propósito de aplicar los valores en la realidad, siempre apuntalan al ideal del mayor bien posible, ligadas indiscutiblemente a los derechos humanos: el supremo derecho a la felicidad, a la paz, a la prosperidad...Poseer la determinación de fomentar la virtud, es parte evidente de cada persona que aspira desarrollar una sólida ética personal, porque la misma requiere de su funcionamiento empírico.

   Las personas dirigidas por la virtud a menudo se expresan a través de sencillos actos voluntarios de bien. Por ejemplo, si queremos ver afianzada en nuestra vida el valor de la paz espiritual, entonces debemos ejercitar la virtud del silencio, la oración, la calma, el amor a la naturaleza, dirigirnos hacia nosotros mismos con respeto y consideración, mejorar nuestra comunicación interna, al mismo tiempo que profundizamos la fe religiosa. Dice el salmista: " Que las palabras de mi boca y la meditación de mi corazón sean de tu agrado, oh Señor, mi roca y mi redentor ", (Salmo 19:14). Igualmente debemos buscar la armonía interna en cualquier circunstancia. De modo que la ética personal se refleja en acciones particulares las cuales pretenden manifestar esos valores prioritarios predefinidos así por nosotros mismos.

   - Justo sentido del equilibrio y la proporcionalidad: Creamos un bonito carácter ético cuando evitamos los extremos. Esa búsqueda espacial del término medio nos dirige a producir decisiones generadoras de estados de armonía, equidad, en los cuales no existan lados en pugna que distanciar. Eso se llama equilibrio, ponderación, prudencia, mesura. Pienso que ese nivel de conciencia tan solo lo logran personas de evolución espiritual muy elevada, casi mística; o seres sumamente religiosos, filosóficos; o ese tipo de personas con una extraordinaria capacidad meditativa de abstraerse, para posteriormente introducir un adecuado reequilibrio situacional. Sin embargo, poco a poco podemos llegar a ser humanamente justos, armonizadores de experiencias, nutriendo nuestra ética personal.

   - Hábitos individuales: Lo que hacemos continuamente se convierte en las costumbres moldeadoras de nuestra personalidad, de allí que nuestros hábitos deben conducirnos hacia lo virtuoso, aquello que nos acerque a lo bondadoso, a lo moralmente superior. La ética personal se fortalece en nuestra continua labor constructiva, al igual que un minucioso y paciente trabajo que hacemos de por vida en nosotros mismos, lo cual permitirá, sin duda, emerger un carácter más integrado.

   - Disposición a la responsabilidad: Esta base de la ética personal nos convoca a estar siempre preparados para asumir cada uno de nuestros actos, a dar la cara por nosotros mismos, en especial si lo que hemos hecho puede tener efectos positivos. El sentido responsable es muy cumplidor y contribuye altamente con el cierre exitoso de experiencias, del mismo modo que el inicio de nuevos ciclos y procesos los cuales serán definidos por su efectividad. La responsabilidad es una virtud muy hermosa la cual es necesario valorar. La persona ética procura siempre estar a la altura de los acontecimientos mediante su oportuna voluntad de respuesta.

   - Aptitud para amar: El amor es la manifestación de la capacidad afectiva que cada ser humano lleva dentro de su corazón y su proximidad espiritual con Dios, " Dios es amor " ( 1 Juan 4:8 ). Amar es dar de sí mismo al nivel más puro que es el del alma, para la felicidad del ser amado, por eso las personas que más te han querido en la vida son aquellas que te han dejado gratas impresiones o recuerdos de felicidad, te han arrancado sonrisas o significativas experiencias de apreciación, te han secado las lágrimas porque no te quisieron ver llorar o te han asistido moralmente.

   Otro enfoque del amor como facultad constitutiva del carácter ético es la compasión, el afecto compasivo que se caracteriza en la evitación del sufrimiento, del dolor moral. El Dalai Lama se ha referido continuamente a este aspecto básico del amor, el no dañar, el no herir, el no frustrar. El cariño se manifiesta en el buen trato, la tolerancia, la empatía, la amabilidad, la atención selectiva, la sensible escucha.

   - Genuina relación con Dios: El amor al Señor activa en nosotros la religiosidad. A Dios acudimos a partir de todo acto de fe desde nuestros pensamientos y comportamientos. En la formación espiritual adquirimos conciencia de lo bueno y de lo malo, de lo que agrada a nuestro Creador, al igual que aquellos hábitos indeseables los cuales nunca debemos integrar nuestra forma de ser, para preservar la salud del alma.

   De modo que todo vínculo con Dios es íntimamente personal, como de Padre a hijo,a en una unión profundamente fecunda, sincera y trascendente. La única respuesta del Señor a nosotros es su amor incondicional, su silenciosa presencia, su permanente guía, su abrazo infinito, como quien nos lleva de la mano tiernamente, así como el pastor conduce amorosamente a su rebaño. En este sentido, no existe mayor raíz en nuestra ética personal que el lazo con nuestro Padre celestial, a quien absolutamente le debemos nuestra existencia y devenir espiritual.

Duinka Leal


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Referencias:

* ARISTOTELES: " Etica " . Grandes pensadores. Editorial LIBSA. Madrid, España, 2002.

** DYER, Wayne: " El poder de la intención " . Grijalbo. Editorial Arte, S.A. Caracas, Venezuela, 2005.