viernes, 16 de febrero de 2024

Quien nos levanta

 

"Señor, delante de ti están todos mis deseos, 

 y mi suspiro no te es oculto." 

Salmo 38: 9 

Con la característica propia de un acto de súplica, el salmo 38 describe el difícil estado emocional de una persona gravemente afectada por serios quebrantos de salud. Allí el orante sufre y expresa su honda desolación motivado al agravamiento de aflicciones las cuales deterioran su vida, aislándolo de los demás debido a su enfermedad: "Nada hay sano en mi carne, a causa de tu ira, ni hay paz en mis huesos, a causa de mi pecado" (Salmo 38: 3). 

Es comprensible que el considerable debilitamiento físico genere en cualquier ser humano sentimientos de minusvalía o pensamientos de autoconmiseración mostrándose aprehensivo ante nuestro Señor: "Mi corazón está acongojado, me ha dejado mi vigor, y aún la luz de mis ojos me falta ya" (Salmo 38: 10). No puede ser fácil afrontar en soledad absoluta esta angustiosa experiencia del dolor corporal que hace desfallecer. 

Pese a su dura condición de abandono, conmovido el salmista no ha perdido el temor de Dios en su conciencia. A El le ruega que cese su castigo sobre su cuerpo; le confiesa sus errores; le suplica contristado que no lo desampare; que venga pronto en su ayuda. Su penosa situación no fue una justificación para excluirse del Santísimo; al contrario, ha sido una grandiosa oportunidad de reafirmación personal. Y una lección para nosotros su manifestación de fe manifiesta en este emotivo salmo para recordar. 

Ciertamente, el "Dios de la salvación" atenderá su clamor. El es solamente quien nos levanta cuando no podemos con tantas cargas en el espíritu. El poder de Jehová es de tal grandeza que puede hacer que todo organismo reviva, desde los mismos deteriorados huesos, carne y piel. Su glorioso amor nunca abandona a sus fieles a su suerte humana para conducirlos indefectiblemente hacia su orden espiritual.

 Duinka Leal


 

jueves, 1 de febrero de 2024

La Naturaleza

 Es la obra de Dios desde su majestuoso amor por su creación para este sensible mundo al que estamos llamados a cuidar, al haber sido creados por el Altísimo con el elevado propósito de ser sus afectuosos protectores. 

 La naturaleza nos habla desde sí misma, de su belleza, su concordancia y su melodía; las distintas especies silenciosamente nos enseñan a la humanidad a vivir armónicamente como una familia que tan solo encuentra en el seno de su propia esencia la sublime razón para seguir coexistiendo. 

 Duinka Leal