" Mas yo andaré en mí integridad;
redímeme, y ten misericordia de mí.
Mi pie ha estado en rectitud;
en las congregaciones bendeciré a Jehová."
Salmo 26: 11 - 12
Ser íntegro, desde la comprensión salmista, comporta la formación de un carácter ético caracterizado por las virtudes que Dios anhela que cultivemos. El valor moral de la integridad nos hace verticales, honrados, probos y amadores de la justicia.
La persona íntegra confía en Jehová sin vacilación; tiene un alto concepto de El, lo considera un querido Señor lleno de santidad; a todas luces posee una conducta recta. Referente a su ámbito de relaciones, prefiere vincularse a seres humanos sinceros de buenas intenciones con espíritu religioso, que quieran estar cerca de Aquel quien ministra vidas y corazones.
Expresamente bendice al Altísimo Creador; hace hermosas ofrendas de Acción de Gracias; valora cada oportunidad que se le presenta para destacar las notables obras que hace por su pueblo, sintiendo un afecto muy especial por sus santuarios o casas de oración. Este salmo tiene un contenido muy inspirador acerca de la especial cualidad de la integridad.
Duinka Leal
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