Es la obra de Dios desde su majestuoso amor por su creación para este sensible mundo al que estamos llamados a cuidar, al haber sido creados por el Altísimo con el elevado propósito de ser sus afectuosos protectores.
La naturaleza nos habla desde sí misma, de su belleza, su concordancia y su melodía; las distintas especies silenciosamente nos enseñan a la humanidad a vivir armónicamente como una familia que tan solo encuentra en el seno de su propia esencia la sublime razón para seguir coexistiendo.
Duinka Leal
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