Los estados de armonía espiritual que hemos alcanzado, la salud que hemos disfrutado, el deseo de vivir que hemos defendido...
El dulce canto de los pájaros, la cálida brisa que todo lo abraza, la tierna lluvia que al caer humedece los campos, los apacibles lagos iluminados por el sol...
La alegre inocencia de un niño jugando en su preescolar, el ímpetu idealista de los jóvenes construyendo sus sueños, la indudable sabiduría que transmiten los ancianos...
Los actos creativos realizados por personas talentosas, expresión viva de esos dones que se les han confiado, ofrenda sublime, obra de amor...
Valoremos el corazón de Dios.
Duinka Leal
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