" Moisés y Aarón
están entre sus sacerdotes,
y Samuel
entre los que invocaron su Nombre,
invocaban al Señor,
y él les respondía."
Salmo 99: 6
Este hermoso salmo de alabanza nos habla de las trascendentes experiencias reflejadas en el Antiguo Testamento relacionadas con los Sumos Sacerdotes Moisés, Aarón y Samuel, autoridades religiosas elegidas por Jehová con el propósito de orientar a su nación.
Seres enviados por el Altísimo, para su gloria
El nombre de Moisés significa "sacado, extraído o salvado de las aguas". Hijo de una israelita, al nacer fue colocado en una canasta en los afluentes del río Nilo como medida de protección ya que por un edicto del faraón Ramsés los bebitos varones hebreos debían morir.
La cesta con el neonato fue vista por la hija del faraón mientras se bañaba en el río. Llena de sensibilidad decidió criarlo como a un hijo pese a su origen hebreo. De modo que Moisés creció como un príncipe en el palacio del monarca en un tiempo caracterizado por una gran opresión esclavista al pueblo de Israel.
Sin embargo, el destino de Moisés no era ser parte del imperio egipcio, sino que Dios tenía una misión reservada para él que era la de guiar en el futuro a los israelitas a una nueva tierra, a manera de liberación existencial del régimen opresor del antiguo Egipto hacia el propio de Israel.
En esa tarea asignada desde lo alto Moisés no iba a estar solo. Además de ser inspirado por el Señor en todo lo que debía hacer tuvo en todo momento como principal compañía a su hermano Aarón, persona elegida para recibir instrucciones con total fidelidad y honra a Aquel que está sentado sobre los querubines en el cielo. El nombre de Aarón quiere decir "iluminado, el que trae la luz".
Igualmente el salmista menciona al profeta, vocero y juez Samuel, cuya identidad significa "nombre de Dios". Este siervo fue de principio un hijo concedido a una sufrida madre estéril bajo la promesa de entregárselo al servicio sagrado de Jehová de por vida ante el Sumo Sacerdote Elí en el tabernáculo de Siló, único centro de adoración religiosa hebrea durante esa época.
Allí, Samuel consagró su devoción sacerdotal. Era el período histórico correspondiente al Libro de los Jueces, previo al primer reinado de Israel, el del rey Saúl. Este admirable servidor llegó a ocupar el lugar de Elí posterior a su muerte.
Samuel fue un alma ejemplarizante de escucha atenta, obediente a la voz de Jehová. A través de su experiencia se puede aprender que Dios Padre celestial es igualmente receptivo a las súplicas de sus fieles oidores.
"Señor Dios nuestro; tú les respondías; Dios, tú eras perdonador a ellos, y vengador por sus obras." (Salmo 99: 8)
Atento al clamor, amigo ayudador, alegría del triste, justiciero implacable, así es el Padre Santo para quien silencia su espíritu y lo oye con atención.
Con el patriarca Moisés y el Sumo Sacerdote Aarón Jehová fue un sublime guía, un compasivo tolerante perdonador en sus circunstancias de fragilidad. Les traspasó su poderío sobrenatural mediante sencillos instrumentos tales como la vara milagrosa o la sangre del cordero. Les expresó su voluntad de muchas formas cargadas de simbolismo como por ejemplo cuando la nube descendía o se levantaba del tabernáculo, marcando el mismo el paso o la quietud territorial; o cuando hizo florecer portando almendras maduras el bastón de Aarón de la noche a la mañana en su ratificación a él como Sumo Sacerdote.
Asimismo fue con el profeta Samuel, con quien siempre tuvo una comunicación muy personal. Lo bendijo con larga vida, sabiduría, paciencia, humildad; atendiendo a su clamor por la gran sequía existente en los campos de trigo israelíes les envió una vasta tormenta que dejó humedecidos todos los cultivos.
Jehová de manera similar hizo justicia por ellos ante sus adversarios. Dominando la tierra, el fuego, el agua, las especies o los eventos bélicos les trajo calamidades a sus enemigos personales, expresándoles la fuerza de su amor.
Los Sumos Sacerdotes son los muy bendecidos rabinos esencialmente pertenecientes a la tribu de Leví. Ellos consagran todos sus tiempos al estudio de las Sagradas Escrituras, su mayor fuente de instrucción. Elegidos por el Altísimo obedecen humildemente a su llamado de entregar lo mejor de sí hacia el prójimo, hasta el último día de sus vidas.
Duinka Leal

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